miércoles, 29 de mayo de 2013

Siddharta de Hermann Hesse


"-Cada uno da lo que tiene. El guerrero da fuerza; el comerciante, mercancía; el profesor, enseñanza; el campesino, arroz; el pescador, peces.
-Muy bien. ¿Y qué es, pues, lo que tú puedes dar? ¿Qué es lo que has aprendido? ¿Qué sabes hacer?
-Sé pensar. Esperar. Ayunar.
-¿Y eso es todo?
-¡Creo que es todo!
-¿Y para qué sirve? Por ejemplo, el ayuno... ¿Para qué vale?
-Es muy útil, señor. Cuando una persona no tiene nada que comer, lo más inteligente será que ayune. Si, por ejemplo, Siddharta no hubiera aprendido a ayunar, hoy mismo tendría que aceptar cualquier empleo, sea en tu casa o en cualquier otro lugar, pues el hambre le obligaría. Sin embargo, Siddharta puede esperar tranquilamente, desconoce la impaciencia, la miseria; puede contener el asedio del hambre durante mucho tiempo y, además, puede echarse a reír. Para eso sirve el ayuno, señor. "

El artista, de Otto Rank

" El neurótico, tanto si puede producir como si no puede, padece fundamentalmente porque no puede o no quiere aceptarse a sí mismo, aceptar su propia individualidad, su propia personalidad. Por un lado se autocritica excesivamente, por otro se idealiza en exceso, lo que significa que exige demasiado de sí mismo, de su perfección y que el fracaso le impulsa a criticarse todavía más. Si tomamos este tipo frustrado, como para nuestros fines presentes y lo comparamos con el artista, vemos claramente que el artista es, en cierto sentido, la antítesis del tipo de neurótico autocrítico. No es que el artista no se autocritique, sino que parte de la aceptación de su propia personalidad y que por ello no sólo alcanza lo que el neurótico persigue en vano, sino que va incluso más allá. La condición previa indispensable para la personalidad creadora es, por tanto, no sólo la aceptación, sino incluso la glorificación de sí mismo. "

Werther/ Goethe

Era la verdadera estación del amor cuando sentías que nadie había amado como nosotros y nadie lo volvería a hacer.

Breviario de pobredumbre, de Emile Cioran

" Me seducen las distancias lejanas, el inmenso vacío que proyecto sobre el mundo. Crece en mí una sensación de vaciedad; se infiltra en mi cuerpo como un fluido ligero e impalpable. En su avance, como una dilación hasta el infinito, siento la presencia misteriosa de los sentimientos más contradictorios que ha acogido jamás el alma humana. Soy feliz e infeliz a la vez. Estoy exaltado y deprimido, desbordado por el placer y la desesperación en la más contradictoria de las armonías. Estoy tan alegre y tan triste que en mis lágrimas se reflejan el cielo y la tierra al mismo tiempo. Aunque sea solamente por la alegría de mi tristeza, querría que no hubiera más muerte en esta Tierra. "