martes, 28 de enero de 2014

Mario Benedetti: Viceversa


Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

miércoles, 22 de enero de 2014

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos



" Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.
(...)
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
(...)
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña Muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
"

martes, 14 de enero de 2014

Pablo Neruda: Cien Sonetos de Amor. Soneto XVII



No te amo como si fueras rosa de sal, topacio 
o flecha de claveles que propagan el fuego: 
te amo como se aman ciertas cosas oscuras, 
secretamente, entre la sombra y el alma. 

Te amo como la planta que no florece y lleva 
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, 
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo 
el apretado aroma que ascendió de la tierra. 

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, 
te amo directamente sin problemas ni orgullo: 
así te amo porque no sé amar de otra manera, 

sino así de este modo en que no soy ni eres, 
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, 
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

jueves, 9 de enero de 2014

Pedro Páramo, Juan Rulfo

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo.”


miércoles, 8 de enero de 2014

CHARLES DICKENS: Canción de Navidad

Un día, el más notable de todos los buenos del año, la víspera de Navidad, el viejo Scrooge estaba sentado a su bufete y muy entretenido en sus negocios. Hacía un frío penetrante. Reinaba le niebla. Scrooge podía oír cómo las gentes iban de un lado a otro por la calle soplándose las puntas de los dedos, respirando ruidosamente, golpeándose el cuerpo con las manos y pisando con fuerza para calentarse los pies. Las tres de la tarde acababan de dar en los relojes de la City, y con todo casi era de noche. El día había estado muy sombrío. Las luces que brillaban en las oficinas inmediatas, parecían como manchas de grasa enrojecidas, y se destacaban sobre el fondo de aquella atmósfera tan negruzca y por decirlo así, palpable. La niebla penetraba en el interior de las casas por todos los resquicios y por los huecos de las cerraduras: fuera había llegado su densidad a tal extremo, que si bien la calle era muy estrecha, las casas de enfrente se asemejaban a fantasmas. Al contemplar cómo aquel espeso nublado descendía cada vez más, envolviendo todos los objetos en una profunda oscuridad, se podía creer que la naturaleza trataba de establecerse allí para explotar una cervecería en grande escala. La puerta del despacho de Scrooge continuaba abierta, a fin de poder éste vigilar á su dependiente dentro de la pequeña y triste celdilla, a manera de sombría cisterna, donde se ocupaba en copiar cartas. La estufa de Scrooge tenía poco fuego, pero menos aún la del dependiente: aparentaba no encerrar más que un pedazo de carbón. Y el desgraciado no podía alimentarla mucho, porque en cuanto iba con el cogedor a proveerse, Scrooge, que atendía por sí a la custodia del combustible, no se recataba de manifestar a aquel infeliz que cuidase de no ponerlo en el caso de despedirle. Por este motivo el dependiente se envolvía en su tapabocas blanco y se esforzaba en calentarse a la luz de la vela; pero como era hombre de poquísima imaginación, sus tentativas resultaban infructuosas. 

martes, 7 de enero de 2014

La misión del escritor, Albert Camus

Jamás he podido renunciar a la luz, a la felicidad de existir, a la vida libre en que he crecido.”

Rayuela, Julio Cortázar.

Yo no me sé expresar. A lo mejor otras podrían explicarlo mejor pero yo siempre he sido igual, es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres.”

viernes, 3 de enero de 2014

Rayuela - Julio Cortázar

“Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría.”