Poco a poco fue idealizándola, atribuyéndole virtudes improbables, sentimiento imaginarios, y al cabo de dos semanas ya no pensaba más en ella. Así que decidió mandarle una esquela simple escrita por ambos lados con su letra de escribano.
Imagina una palabra, e imagina un millón. Flotan, y vuelan... Imagina una sensación, mientras sueñas, mientras lees. "Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba,`por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido..."
martes, 24 de febrero de 2015
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: El amor en los tiempos del cólera
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario