No puedes cerrar los ojos – dijo Johnnie Walken con voz resuelta-. Otra vez las reglas. Los ojos no pueden cerrarse. Cerrarlos no soluciona nada. Por más que los cierres, no desaparecerá el problema. Al contrario, cuando vuelvas a abrirlos, las cosas habrán empeorado aún más. Así es el mundo en el que vivimos, Nakata. Tú mantén los ojos bien abiertos. Cerrarlos es de pusilánimes. Sólo los cobardes apartan la vista de la realidad. Y mientras tú cierras los ojos y te tapas los oídos el tiempo va transcurriendo. ¡Tic! ¡Tac! ¡Tic! ¡Tac!
Imagina una palabra, e imagina un millón. Flotan, y vuelan... Imagina una sensación, mientras sueñas, mientras lees. "Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba,`por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido..."
martes, 11 de agosto de 2015
Haruki Murakami, Kafka en la orilla
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