" Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño sano y bien criado constituye al año de edad el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y no dudo que servirá igualmente en un fricasé o un ragout. (...) Creo que todas las partes estarán de acuerdo en que tal prodigiosa cantidad de niños en los brazos de sus madres y a menudo de sus padres, o a sus espaldas, o pisándoles los talones, supone un motivo importante de queja adicional en el deplorable estado en el que se encuentra el reino actualmente; y, por lo tanto, cualquiera que pueda concebir un método justo, fácil y barato para que estos niños se conviertan en miembros sanos y útiles para la comunidad merecería que el pueblo erigiera una estatua en su honor como protector de la nación.
Pero lejos de mi intención está limitarme a considerar tan solo a los hijos de los mendigos declarados; se trata de algo de mayor envergadura que afectará a todas las criaturas de una cierta edad que hayan nacido en una familia que, efectivamente, apenas pueda mantenerlos, siendo ese el motivo por el que se ven obligados a suplicar nuestra caridad por las calles. "
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