Allí estaban de nuevo los bosques de robles, en las laderas los
chopos orgullosos, afilándose, verdes. En grupos, y, no obstante,
cada uno de ellos respirando su soberbia soledad, como los mismos
hombres. Aquellos hombres de Artámila.
Imagina una palabra, e imagina un millón. Flotan, y vuelan... Imagina una sensación, mientras sueñas, mientras lees. "Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba,`por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido..."
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