viernes, 28 de octubre de 2011

Manuel Azaña: El jardín de los frailes

" El fervor religioso adquiría fácilmente en nuestra edad y con nuestros hábitos, giro de padecimiento, con más fantasía, hubiésemos demolido el monasterio para ordenar en otra forma sus piedras. (...) Adquiríamos un extracto del saber; resumido en conclusiones edificantes; los frailes las obtenían manipulando el archivo de las cosas que ignorábamos y siempre habríamos de ignorar; no éramos llamados a saberlas. Alicortar la ambición intelectual parecía el supuesto de los estudios (...) España, si no campea por la Iglesia, se destruye. Los luteranos, desde fuera, no la vencieron. (...) Todo está inventado, puestas las normas: gobernar como Cisneros; escribir como Cervantes; y hallándose frente al mundo en actitud litigante desposeído por la fuerza del bien que le pertenece, meterse en un rincón a devorar el reconcomio, no tratarse con nadie; pedir para los émulos victoriosos el mayor mal posible. (...) Vino a consolarme la hombría natural del pueblo. Aboliendo los falsos dioses, mis quejas ya no sonaron a blasfemias. Me puse —dicho sea en dos palabras— del lado de los patanes, enfrente de los caballeros. La vena popular me traía una imagen literaria acorde con la piedad. "

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