lunes, 31 de diciembre de 2012

At the Entering of the New Year, by Thomas Hardy


At the Entering of the New Year




           I
           (OLD STYLE)

Our songs went up and out the chimney,
And roused the home-gone husbandmen;
Our allemands, our heys, poussettings,
Our hands-across and back again,
Sent rhythmic throbbings through the casements
         On to the white highway,
Where nighted farers paused and muttered,
         "Keep it up well, do they!"

The contrabasso's measured booming
Sped at each bar to the parish bounds,
To shepherds at their midnight lambings,
To stealthy poachers on their rounds;
And everybody caught full duly
         The notes of our delight,
As Time unrobed the Youth of Promise
         Hailed by our sanguine sight.

           II
           (NEW STYLE)

We stand in the dusk of a pine-tree limb,
As if to give ear to the muffled peal,
Brought or withheld at the breeze's whim;
But our truest heed is to words that steal
From the mantled ghost that looms in the gray,
And seems, so far as our sense can see,
To feature bereaved Humanity,
As it sighs to the imminent year its say:-

"O stay without, O stay without,
Calm comely Youth, untasked, untired;
Though stars irradiate thee about
Thy entrance here is undesired.
Open the gate not, mystic one;
         Must we avow what we would close confine?
         With thee, good friend, we would have 

            converse none,
Albeit the fault may not be thine."

viernes, 21 de diciembre de 2012

Fragmento Primera Voz, Tres Mujeres, SYLVIA PLATH


PRIMERA VOZ:
¿Quién es este terrible muchacho azul, extraño y
brillante, como caído de una estrella?
¡Mira con tanta cólera! Atracó
en el cuarto, con un grito en el talón.
El azul se vuelve más pálido. Después de todo
es humano.
Un loto rojo se abre en un tazón de sangre;
Me vuelven a coser con seda, como si
fuera una tela.
¿Qué hacían mis dedos antes de tenerle?
¿Qué hacía mi corazón antes de amarle?
Nunca vi nada tan límpido
Sus párpados son flores de lilas
Y su aliento es dulce como una mariposa
nocturna.
No le abandonaré.
No hay artificio ni defecto en él.
Que así se conserve.


PABLO NERUDA


Y desde entonces soy porque tú eres, y desde entonces eres, soy y somos, y por amor seré, serás, seremos
Pablo Neruda.

TRES MUJERES, Sylvia Plath


El alba abre sus pétalos en el gran olmo
al lado de la casa.
Los vencejos regresaron. Silban
como cohetes de papel.
Oigo el sonido de las horas
Que se amplifica y se desvanece en
los caminos huecos. Oigo las vacas
que mugen.
Los colores recobran su resplandor, y el heno
mojado
humea al sol.
Los narcisos entreabren su rostro blanco
en el huerto.
Estoy tranquila. Estoy tranquila.
Estos son los colores claros de la habitación
del niño,
Esos son los canarios que picotean y los alegres
corderos.
De nuevo soy sencilla. Creo en
los milagros.
No creo en esos niños aterradores
Cuyos ojos blancos y manos sin dedos
dislocan mi sueño.
Esos no son míos. No me pertenecen.
Voy a meditar en el orden de las cosas.
Voy a meditar en mi muchachito.
No camina. No me dice ni una palabra.
Aún está en pañales, en mantillas
blancas.
Sin embargo él es rosa y perfecto. Sonríe tan seguido.
Tapicé su habitación de rosas gigantes.
Por todas partes pinté corazoncitos.No lo quiero talentoso.
Es la excepción lo que le interesa al diablo.
Es la excepción la que trepa la colina
dolorosa.
Que se sienta en el desierto y hace sufrir
al corazón de su madre.
Lo quiero superficial,
Y que me ame como lo amo, y que
se case con quien quiera y donde quiera.

Fragmento de Tres Mujeres, Sylvia Plath (PRIMERA VOZ)



¿Quién nos lanza esas criaturas
inocentes?
Mira, ellas están extenuadas, todas
flácidas
En su cuna de tela, con su nombre anudado
en la muñeca,
Esta medallita de plata que ellas
vinieron a buscar de tan lejos.
Algunas tienen los cabellos negros y densos,
otras están calvas.
El color de su piel es rosa, pálido,
moreno o rojo,
Ellas comienzan a recordar sus
diferencias.
Parecen hechas de agua; no tienen
expresión.
Sus facciones duermen, como la luz
en el agua quieta.
Son verdaderos frailes y
monjas con hábitos idénticos.
Las veo como cuerpos celestes que
llueven sobre la tierra
Estas pequeñas maravillas,
estos ídolos puros
llueven. En la India, en el África, las Américas.
Huelen a leche.
Sus talones no fueron tocados
caminar en el aire.
¿Cómo puede ser tan pródiga la nada?
Ese es mi hijo
Su ojo desorbitado es por esta vaga,
terrible banalidad.Se vuelve hacia mí como una plantita,
ciega y alegre.
Un grito. Es el tejido del que
cuelgo.
Me vuelvo un río de leche.
Soy una montaña caliente.


domingo, 2 de diciembre de 2012

Haruki Murakami

“Aquellos ojos parecían atravesar la lente de la cámara y fijarse sinceramente en algo que se escondía en los corazones de la gente - algo que ellos mismos no eran conscientes de poseer…”

martes, 27 de noviembre de 2012

La inmortalidad, de Milan Kundera

“Nunca sabremos por qué irritamos a la gente, qué es lo que nos hace simpáticos, qué es lo que nos hace ridículos; nuestra propia imagen es nuestro mayor misterio.”

Gustavo Adolfo Bécquer

Despierta, tiemblo al mirarte:
dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,
yo velo cuando tú duermes.

Isabel Allende (El Cuaderno de Maya)

“Un dolor así, dolor del alma no se quita con remedios, terapia o vacaciones; un dolor así se sufre, simplemente, a fondo, sin atenuantes, como debe ser.”

viernes, 23 de noviembre de 2012

París era una fiesta, Ernest Hemingway

“Había descubierto que todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe. Pero si se trata de algo malo, el vacío va llenándose por sí solo. Mientras que el vacío de algo bueno sólo puede llenarse descubriendo algo mejor.”

jueves, 22 de noviembre de 2012

“La vida de un vagabundo”,Charles Bukowski

“Parecían desgraciados. El mundo era desgraciado. La gente estaba en la oscuridad. La gente estaba aterrada y desilusionada. La gente había caído en las trampas. La gente estaba desesperada y a la defensiva. Se sentían como si estuvieran malgastando sus vidas. Y tenían razón.”

martes, 20 de noviembre de 2012

Coplilla después del 5o bourbon, José Hierro

Pensaba que sólo habría

“ sombra, silencio, vacío.

Y murió. Estaba en lo cierto.”

Aquí, en esta orilla blanca, Luis Cernuda

Aquí en esta orilla blanca

del lecho donde duermes

estoy al borde mismo

de tu sueño.

J. L. Borges

“Leer desordenadamente es hedonismo, es entusiasmo y es placer, es buscar resonancias, es acceder a las obras para dejarse sorprender, para hallar a nuestros interlocutores, para hacer y rehacer nuestros modelos de excelencia y de deleite.”

Aquí, en esta orilla blanca, Luis Cernuda

"Con mi alma
“ doblada sobre ti.”

sábado, 17 de noviembre de 2012

La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda, J. Porcupine

¿Somos lo suficientemente profundos
“ como para decir un “te amo” tan intenso?


"Amar" contigo deja de ser palabra,
 "amar" contigo empieza a ser verdad.”

lunes, 12 de noviembre de 2012

“Fahrenheit 451”, Ray Bradbury

“No eres como los demás. Y he visto a muchos, y los conozco. Cuando hablo, tú me miras. Anoche, cuando dije algo acerca de la luna, tú miraste hacia la luna. Los demás nunca harían algo así. Los demás me dejarían hablando sola o me amenazarían. Ahora nadie tiene tiempo para nadie.”

“Fahrenheit 451”, Ray Bradbury

Noches blancas, Dostoievski.

“Voy a soñar con usted toda la noche, toda la semana, todo el año.”

Una noche de septiembre, Franco Fortini

y no había nada más

y éramos libres
de huir, de no saber o de llorar.

Más allá del amor, Octavio Paz

Nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
“ murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.”

Más allá del amor, Octavio Paz

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
“ ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas, no bastan.”

Más allá del amor, Octavio Paz

Más allá de nosotros,
“ en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.”

¿Qué se ama cuando se ama?, Gonzalo Rojas

¿Amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
“ o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?”

domingo, 11 de noviembre de 2012

Albert Camus, La Caída


“Uno juega a ser inmortal y, al cabo de algunas semanas, no sabe siquiera si podrá arrastrarse hasta el día siguiente.” 

viernes, 9 de noviembre de 2012

La casa de Asterión, Jorge Luis Borges

“Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.”

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La alargada sombra del amor, Mathias Malzieu

Me gustan los libros que caben en los bolsillos, que se pueden acarrear, amar, prestar, doblar una esquina, dar, volver a comprar para leer los fragmentos preferidos.

Reflexión ininterrumpida, Juan Bañuelos


Estas ganas de caminar a ciegas
y compartir la vida
como un pedazo de sol o de manzana.

lunes, 5 de noviembre de 2012

JOSÉ SARAMAGO, El Viaje del Elefante

El comandante le cortó la frase, Parece que no oíste que estoy aquí en nombre del rey, no soy yo quien te está pidiendo prestada una yunta de bueyes durante unos días, sino su alteza el rey de portugal, Lo oí, mi señor, lo oí, pero mi amo, No está, ya lo sé, pero está su capataz que conoce sus deberes para con la patria, La patria, señor, Nunca la viste, preguntó el comandante lanzándose en un rapto lírico, ves aquellas nubes que no saben adónde van, ellas son la patria, ves el sol que unas veces está y otras no, él es la patria, ves aquella línea de árboles desde donde, con los pantalones bajados, vi la aldea esta madrugada, ella es la patria, por tanto no puedes negarte ni oponer dificultades a mi misión, Si vuestra señoría lo dice, Te doy mi palabra de oficial de caballería, y ahora basta de conversaciones, vamos al establo a ver los bueyes que ahí tienes. 

miércoles, 31 de octubre de 2012

SYLVIA PLATH: Tres Mujeres

PRIMERA VOZ
 Soy lenta como la Tierra. Soy muy paciente.
 Cumplo mi ciclo, soles y estrellas
 Me miran con atención. El celo de la Luna es mas personal:
 Pasa y vuelve a pasar.
 Luminosa
 como una enfermera.
 Lamenta ella lo que me va a suceder?
 No lo sé. está simplemente asombrada
 ante la fecundidad.
 Cuando salgo soy un gran suceso. No tengo necesidad de pensar
 o de preparame. Lo que sucede en mí tendra lugar
 de todos modos.
 El faisán se yergue sobre la colina:
 Se alisa las plumas pardas.
 Sonrío a mi pesar a todo lo que conozco.
 Hojas y petálos me acompañan.Estoy lista  

Canción de amor de la joven loca, SYLVIA PLATH


Cierro los ojos y el mundo muere;levanto los párpados y nace todo nuevamente.(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,sin sentir galopa la negrura:cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la camacantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitanescapan serafines y soldados de satáncierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,pero crecí y olvidé tu nombre.(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.Cierro los ojos y el mundo muere.(Creo que te inventé en mi mente).

PAPELES INESPERADOS, Julio Cortázar


Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.
Lo que me gusta de tu sexo es la boca.Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra. ...

Venas, Fabiana León

Sobrevivo apenas la distancia
entre la vida y la vida".

“La muerte en la calle”, José-Felix Fuenmayor


A mí me ven pasar, como mudo, y la gente pensará que a mí no me gusta hablar; pero no es así, es lo contrario, porque yo estoy siempre hablando, hablando conmigo mismo.
  

Mario Benedetti

Porque tú siempre existes donde quiera 
Pero existes mejor donde te quiero.
Mario Benedetti.

“La sombra del viento”, Carlos Ruiz-Zafón.

Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro.
“La sombra del viento”, Carlos Ruiz-Zafón. 

lunes, 22 de octubre de 2012

Santa Teresa de Jesús

VIVO YA FUERA DE MÍ,
DESPUÉS QUE MUERO DE AMOR;
PORQUE VIVO EN EL SEÑOR,
QUE ME QUISO PARA SÍ:
CUANDO EL CORAZÓN LE DI
PUSO EN ÉL ESTE LETRERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

ESTA DIVINA PRISIÓN,
DEL AMOR EN QUE YO VIVO,
HA HECHO A DIOS MI CAUTIVO,
Y LIBRE MI CORAZÓN;
Y CAUSA EN MÍ TAL PASIÓN
VER A DIOS MI PRISIONERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

¡AY, QUÉ LARGA ES ESTA VIDA!
¡QUÉ DUROS ESTOS DESTIERROS,
ESTA CÁRCEL, ESTOS HIERROS
EN QUE EL ALMA ESTÁ METIDA!
SÓLO ESPERAR LA SALIDA
ME CAUSA DOLOR TAN FIERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

¡AY, QUÉ VIDA TAN AMARGA
DO NO SE GOZA EL SEÑOR!
PORQUE SI ES DULCE EL AMOR,
NO LO ES LA ESPERANZA LARGA:
QUÍTEME DIOS ESTA CARGA,
MÁS PESADA QUE EL ACERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

SÓLO CON LA CONFIANZA
VIVO DE QUE HE DE MORIR,
PORQUE MURIENDO EL VIVIR
ME ASEGURA MI ESPERANZA;
MUERTE DO EL VIVIR SE ALCANZA,
NO TE TARDES, QUE TE ESPERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

MIRA QUE EL AMOR ES FUERTE;
VIDA, NO ME SEAS MOLESTA,
MIRA QUE SÓLO ME RESTA,
PARA GANARTE PERDERTE.
VENGA YA LA DULCE MUERTE,
EL MORIR VENGA LIGERO
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

AQUELLA VIDA DE ARRIBA,
QUE ES LA VIDA VERDADERA,
HASTA QUE ESTA VIDA MUERA,
NO SE GOZA ESTANDO VIVA:
MUERTE, NO ME SEAS ESQUIVA;
VIVA MURIENDO PRIMERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.
-

VIDA, ¿QUÉ PUEDO YO DARLE
A MI DIOS QUE VIVE EN MÍ,
SI NO ES EL PERDERTE A TI,
PARA MERECER GANARLE?
QUIERO MURIENDO ALCANZARLE,
PUES TANTO A MI AMADO QUIERO,
QUE MUERO PORQUE NO MUERO.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa

Entre las representaciones de una especie de pesadilla angustiosa que agitaba a Perucho veía el muchacho un animalazo de desmesurado tamaño, bestión Indómito que se acercaba a él rugiendo, bramando y dispuesto a zampárselo de un bocado o a deshacerlo de una uñada... Se le erizó el cabello, le temblaron las carnes, y un sudor frío le empapó la sien... ¡ Qué monstruo tan espantoso! Ya se acercaba..., ya cierra con Perucho..., sus garras se hincan en las carnes del rapaz, su cuerpo descomunal le cae encima lo mismo que inmensa boca... El chiquillo abre los ojos... Sofocada y furiosa, vociferando, moliéndole a su sabor a pescozones y cachetes, arrancándole el rizado pelo y pateándolo, estaba el ama, más enorme, más brutal que nunca. No hay que omitir que Perucho se condujo como un héroe. Bajando la cabeza se atravesó en la entrada del hórreo, y por espacio de algunos minutos defendió su presa haciéndole muralla con el cuerpo. Pero el enorme volumen del ama pesó sobre él y le redujo a la inacción, comprimiéndole y paralizándole. Cuando el mísero chiquillo, medio ahogado, se sintió libre de aquella estatua de plomo que a poco más le convierte en oblea, miró hacia atrás... La niña había desaparecido. Perucho no olvidará nunca el desesperado llanto que derramó por más de media hora, revolcándose entre las espigas.

Benito Pérez Galdós, Misericordia

Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida sobre la frente; sobre ella, pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergeño y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesta de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Le faltaban sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podía creerse que hacía las veces de ésta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo.

Juan Valera, Pepita Jiménez

Como salí de aquí tan niño y he vuelto hecho un hombre, es singular la impresión que me causan todos estos objetos que guardaba en la memoria. Todo me parece más chico, mucho más chico, pero también más bonito que el recuerdo que tenía. La casa de mi padre, que en mi imaginación era inmensa, es sin duda una gran casa de un rico labrador, pero más pequeña que el Seminario. Lo que ahora comprendo y estimo mejor es el campo de por aquí. Las huertas, sobre todo son deliciosas. ¡Qué sendas tan lindas hay entre ellas! A un lado, y tal vez a ambos, corre el agua cristalina con grato murmullo. Las orillas de las acequias están cubiertas de hierbas olorosas y de flores de mil clases. En un instante puede uno coger un gran ramo de violetas. Dan sombra a estas sendas pomposos y gigantescos nogales, higueras y otros árboles, y forman los vallados la zarzamora, el rosal, el granado y la madreselva.
(...)
He pensado muchas veces sobre dos métodos opuestos de educación: el de aquéllos que procuran conservar la inocencia, confundiendo la inocencia con la ignorancia y creyendo que el mal no conocido se evita mejor que el conocido, y el de aquéllos que, valerosamente y no bien llegado el discípulo a la edad de la razón, y salva la delicadeza del pudor, le muestran el mal en toda su fealdad horrible y en toda su espantosa desnudez, a fin de que le aborrezca y le evite. Yo entiendo que el mal debe conocerse para estimar mejor la infinita bondad divina, término ideal e inasequible de todo bien nacido deseo. Yo agradezco a usted que me haya hecho conocer, como dice la Escritura, con la miel y la manteca de su enseñanza, todo lo malo y todo lo bueno, a fin de reprobar lo uno y aspirar a lo otro, con discreto ahínco y con pleno conocimiento de causa. Me alegro de no ser cándido y de ir derecho a la virtud, y en cuanto cabe en lo humano, a la perfección, sabedor de todas las tribulaciones, de todas las asperezas que hay en la peregrinación que debemos hacer por este valle de lágrimas y no ignorando tampoco lo llano, lo fácil, lo dulce, lo sembrado de flores que está, en apariencia, el camino que conduce a la perdición y a la muerte eterna.
(...)
Y, sin embargo, no sé qué extraño temor, qué singular escrúpulo, qué apenas perceptible e indeterminado remordimiento me atormenta ahora, cuando tengo, como antes, como en otros días de mi juventud, como en la misma niñez, alguna efusión de ternura, algún rapto de entusiasmo, al penetrar en una enramada frondosa, al oír el canto del ruiseñor en el silencio de la noche, al escuchar el pío de las golondrinas, al sentir el arrullo enamorado de la tórtola, al ver las flores o al mirar las estrellas. Se me figura a veces que hay en todo esto algo de delectación sensual, algo que me hace olvidar, por un momento al menos, más altas aspiraciones. No quiero yo que en mí el espíritu peque contra la carne; pero no quiero tampoco que la hermosura de la materia, que sus deleites, aun los más delicados, sutiles y aéreos, aun los que más bien por el espíritu que por el cuerpo se perciben, como el silbo delgado del aire fresco cargado de aromas campesinos, como el canto de las aves, como el majestuoso y reposado silencio de las horas nocturnas, en estos jardines y huertas, me distraigan de la contemplación de la superior hermosura, y entibien ni por un momento, mi amor hacia quien ha creado esta armoniosa fábrica del mundo. 
"

FELIPE TRIGO, Jarrapellejos


-Siquiera un poco -concretó Jarrapellejos, en paso
pleno a la franqueza-, porque no es igual lo que llamáis
«vuestra honra» las mujeres, y lo que llamamos los
hombres «nuestra honra». Rompiendo la mía,
expondríame al escarnio de la pública opinión y al castigo
de las leyes. Disponiendo Isabel libremente de la suya,
¿que arriésgase?.... ¡Nada! Al revés... Hubiera de ganar
en todos los sentidos. Por lo pronto, salvaría la de su
padre. Dirás que a costa de la de ella; pero esto, que aun
así no fuese peor para una joven que el verse señalada
con el dedo como hija de un malhechor, de un presidiario,
no es verdad tampoco; reflexiona, Cruz, que no eres
torpe; mira un poco alrededor tuyo en la misma Joya, y
dime si más de una mocita que acertó a elegir (es todo el
quid de la cuestión) entre tanto necio como hay, no está
ahora rica, casada, y alguna hasta con coche y
consideradísima como señora respetable. Tu caso,
vuestro caso, justamente. Aparte de que mi seriedad y mi
condición son incapaces de causarle daño a una
chiquilla, mi cariño a tu Isabel es tan noble que antes me
cortaría una mano que inducirla a lo más mínimo que
pudiese acarrearla desventura. Tu hija, Cruz, andando el
tiempo, sería también una señora, se casaría con su
novio, con Cidoncha (que hoy no querrá sino divertirse lo
que pueda, y a quien no le faltaría mi protección para ser
un hombre de provecho, en vez de un pelagatos), o con
el que le diese la gana. ¡Yo te lo prometo!

martes, 31 de julio de 2012

León Tolstoi: Ana Karenina


Pero qué diferentes de los que él había imaginado eran los sentimientos que le inspiraba aquel pequeño ser! En lugar de la alegría prevista, Lievin no experimentaba más que una angustiosa piedad. De allí en adelante habría en su vida un nuevo punto vulnerable. Y el temor de ver sufrir a aquella pequeña criatura indefensa, le impidió notar el movimiento de necio orgullo que se le había escapado al oírla estornudar! 

(...)
Entonces Lievin comprendió claramente, por primera vez, lo que no había podido captar bien después de la bendición nupcial: que el límite que les separaba era intangible, y que nunca podría saber dónde comenzaba y dónde terminaba su propia personalidad. Aquella riña le produjo un doloroso sentimiento de escisión interior. A punto de ofuscarse, comprendió enseguida que Kiti no podía ofenderle de ninguna manera, desde el momento que ella formaba parte de su propio yo. 
(...)
Entonces Lievin comprendió claramente, por primera vez, lo que no había podido captar bien después de la bendición nupcial: que el límite que les separaba era intangible, y que nunca podría saber dónde comenzaba y dónde terminaba su propia personalidad. Aquella riña le produjo un doloroso sentimiento de escisión interior. A punto de ofuscarse, comprendió enseguida que Kiti no podía ofenderle de ninguna manera, desde el momento que ella formaba parte de su propio yo. "

sábado, 7 de julio de 2012

"Memorias de un loco" de Gustave Flaubert


Hay poetas que tienen el alma llena de perfumes y de flores, que miran la vida como la aurora del cielo; otros que no tienen más que sombras, amargura y cólera. Hay pintores que lo ven todo azul; otros, todo amarillo o todo negro. Cada uno de nosotros tiene un prisma a través del cual percibe el mundo. Feliz aquel que distingue colores radiantes y cosas alegres. Hay hombres que no ven en el mundo más que un título, más que mujeres, más que la banca, más que un hombre, un destino, ¡locuras! Conozco a algunos que sólo ven en él ferrocarriles, mercados o ganado; unos ven en él un plan sublime; otros, una farsa obscena.Y a éstos les gustaría preguntarnos qué es lo obsceno, pregunta algo delicada de resolver, como todas las preguntas.Me gustaría más dar la definición geométrica de un bonito par de botas o de una bella mujer, dos cosas importantes. La gente que ve nuestro Globo como un montón de barro, grande o pequeño, es gente singular o difícil de tratar.


lunes, 25 de junio de 2012

Julio Cortázar, Rayuela

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo...

miércoles, 6 de junio de 2012

Alabanza de lo lejano, Paul Celan

“Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy.
Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.”

Julio Cortázar

“En ese momento de una felicidad como de oleaje boca arriba, de abandono a un deslizarse lleno de álamos, no podía decirle lo que ella hubiera entendido como locura o manía y que lo era pero de otro modo, desde otras orillas de la vida; le hablé de su mechón de pelo, de su bolso rojo, de su manera de mirar el anuncio de las termas, de que no le había sonreído por donjuanismo ni aburrimiento sino para darle una flor que no tenía, el signo de que me gustaba, de que me hacía bien, de que viajar frente a ella, de que otro cigarrillo y otro cinzano.”

Julio Cortázar

lunes, 4 de junio de 2012

Paulo Coelho, Escritor brasileño

No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros.

martes, 29 de mayo de 2012

La casa de las afueras, Michael Ende

“Quizá el misterio del mal consista exclusivamente en que no tiene misterio alguno.”

Gacela de la muerte oscura, Federico García Lorca

“Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto.”

sábado, 26 de mayo de 2012

La Voz a Ti Debida, Pedro Salinas

[...]
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
─¡si me llamaras, sí, si me llamaras!─
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas."

El asombroso viaje de Pomponio Flato, EDUARDO MENDOZA

“Que los dioses te guarden Fabio, de esta plaga, pues de todas las formas de purificar el cuerpo que el hado nos envía, la diarrea es la más pertinaz y dilligente. A menudo he debido sufrirla, como ocurre a quien, como yo, se adentra en los más remotos rincones del Imperio e incluso allende sus fronteras en busca del saber y la certeza. Pues es el caso que habiendo llegado a mis manos un papiro supuestamente hallado en una tumba etrusca, aunque procede, según afirmaba quien me lo vendió, de un país más lejano, leí en él la noticia de un arroyo cuyas aguas proporcionan la sabiduría a quien las bebe, así como ciertos datos que me permitieron barruntar su ubicación. De modo que emprendí el viaje y hace ya dos años que ando probando todas las aguas que encuentro sin más resultado, Fabio, que el creciente menoscabo de mi salud, por cuanto la afección antes citada ha sido durante este periplo mi compañera más constante y también, por Hércules, la más conspicua.”

domingo, 13 de mayo de 2012

Ernst its das leben, Ezequiel Martínez Estrada

“Sea solo sonrisa leve la risa loca
porque nada hay grotesco de cuanto tiene vida.”


Miro tus ojos, Ezequiel Martínez Estrada

“Si no paz, y si no olvido,
espero algo, y tú también.
Estamos en un andén
después que el tren ha partido.”

Quiero quedarme, Ezequiel Martínez Estrada

“Quiero quedarme y que sigas
como si te fuera en pos;
pero no vuelvas la cara,
mujer de Lot.”

Brida - Paulo Coelho

“… entendió que aquella mujer era la cosa más importante de su vida. Que ella era una explicación, el único motivo de aquellas rocas, de aquel cielo, de aquel invierno. Si ella no estuviese allí con él, no importaría que todos los ángeles del cielo descendiesen revoloteando para confortarlo, el Paraíso no tendría ningún sentido.”

viernes, 11 de mayo de 2012

Las salinas, Luna Miguel

“Mi
tristeza es demasiado
larga
para gemir
sin tus
ladridos.”

El inmaduro, Manuel Vilas

“Estés donde estés, no has acertado por completo. Siempre hay algo más barato y mejor por ahí. Siempre hay vistas desconocidas en el acantilado de la vida. Me está matando esto de vivir una sola vida. La gran muerte de vivir en una sola forma.”

Las novias de John Snake, Pedro Juan Gutiérrez

“Pero la realidad es otra:
cultivar el arte de la fuga
es una reiteración de la inutilidad.”

Voy a decirte una cosa, Nazim Hikmet

“Tengo bastante coraje
para distinguir y dar
al sueño lo que es del sueño.”

Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra

“Porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más.”

martes, 8 de mayo de 2012

Agua viva, Clarice Lispector

“Ah, vivir es tan incómodo. Todo aprieta, el cuerpo exige, el espíritu no para, vivir parece tener sueño y no poder dormir, vivir es incómodo. No se puede andar desnudo ni de cuerpo ni de espíritu.”

La mujer más pequeña del mundo, Clarice Lispector

“Y, quién sabe, ¿quién no deseó alguna vez poseer a un ser humano solamente para sí? Lo que, en verdad, no siempre sería cómodo, porque hay horas en que no se quiere tener sentimientos.”

A la Virgen de la Soledad, Carlos Pellicer

“Soy lo que pudo ser un mediodía nublado
lleno de pájaros muertos.”

lunes, 7 de mayo de 2012

SPUTNIK, MI AMOR, de HARUKI MURAKAMI



Detrás de lo que creemos conocer de sobra se esconde una cantidad equivalente de desconocimiento.
La comprensión no es más que un conjunto de equívocos.
Ésta ( y que quede entre nosotros) es mi simple manera de conocer el mundo.
En nuestro mundo “lo que sabemos” y “lo que no sabemos” coexisten en una nebulosa, fatalmente unidos como hermanos siameses. Caos, caos.
¿Quién diablos puede distinguir el mar de lo que en él se refleja?¿Puedes tú distinguir entre la lluvia que cae y la soledad?
Así pues renuncio con gallardía a separar el conocimiento del desconocimiento. Éste es mi punto de partida. Un terrible punto de partida, tal vez. Pero las personas necesitan partir de algún punto ¿No es así?


jueves, 3 de mayo de 2012

Hay quienes me han dicho, Mayra Oyuela

“Procuro desenredar esa apatía
que no tiene nombre ni título, tan sólo es,
y que se pega como chicle en todos mis pasos,
y sus avenidas, vueltas y trabalenguas
me hacen descubrir la vida
y a cada encuentro es como un suicidio,
o como un abigarrado sentimiento de culpa.”

miércoles, 2 de mayo de 2012

Lolita, Vladimir Nabokov


"Siempre se puede esperar de un asesino una prosa elegante."

Domingo, Piedad Bonnett


"Domingos de ciudad,
burbuja de agua.
Recuerdo de una casa con balcones
de un tiempo irrepetible.
Cuchillo de rencor que abre su filo
en doloridas calles bulliciosas."

El espejo en el espejo, Michael Ende

“Necesito tu voz donde la mía falla.”

martes, 1 de mayo de 2012

Jack Kerouac En el camino



" Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. "

jueves, 26 de abril de 2012

Beatificaciones, Carla Badillo

“Roberto Bolaño, polémico de primera clase y visionario feroz, decía que la literatura se parece mucho a una pelea de samurai, pero un samurai no pelea contra otro samurai: pelea contra un monstruo; y, aun sabiendo que va a ser derrotado, tiene el valor de salir a pelear.”

El origen de la acción, Mirta Rosenberg

“La pasión más fuerte
de mi vida
ha sido el miedo.”

La estrella de Jalisco, José Alfredo Jiménez

“Y te entregué mi amor,
como se da el amor,
sin preguntarte nada.”


Modo de empleo, Laura Casielles

“También nosotros necesitamos amor para ser valientes.”


El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez

“Entonces disfruta tu dolor. Aprovéchalo ahora que eres joven. Y sufre, hijo mío, sufre todo lo que puedas, que estas cosas no duran toda la vida.”

“After Dark”, Haruki Murakami

“Ella se encuentra sola, perdida entre un montón de problemas, se siente incapaz de seguir adelante y está pidiendo ayuda. Y lo manifiesta torturándose a sí misma. Y esto no es sólo una impresión mía, es algo mucho más preciso.”

miércoles, 25 de abril de 2012

elena poniatowska

“Pienso en ti muy despacio, como si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabada. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente.”

lunes, 23 de abril de 2012

Hiroshima mon amour, Marguerite Duras

“Ya me imaginaba que un día tropezaría contigo. Y te esperaba con una impaciencia sin límites, sosegada. Devórame. Defórmame a imagen tuya para que nadie más, después de ti, comprenda ya en absoluto la razón de tanto deseo.”

domingo, 22 de abril de 2012

viernes, 20 de abril de 2012

No contemplación, Susana Barragués


Ante todo, hay que dejar constancia de la satisfacción que me producía contemplarte. Esto es así, es correcto escribirlo porque es preciso, se ajusta a los hechos.

Hay que comprender también que esto no volverá a repetirse y asumir que es posible acostumbrarse.

Miss Tacuarembó, Dani Umpi

“A mí también se me nota el pasado. Lo que una ha vivido siempre pesa. Aunque sólo se tengan veinticuatro años, una acarrea mil defectos, una lleva encima miles de equivocaciones que no llegan a ser didácticas lecciones de vida.”

miércoles, 18 de abril de 2012

El Perseguidor, Julio Cortázar

-Lo que pasa es que se creen sabios -dice de golpe-. Se creen sabios porque han juntado un montón de libros y se los han comido. Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas. En el circo es igual, Bruno, y entre nosotros es igual. La gente se figura que algunas cosas son el colmo de la dificultad, y por eso aplauden a los trapecistas, o a mí. Yo no sé qué se imaginan, que uno se está haciendo pedazos para tocar bien, o que el trapecista se rompe los tendones cada vez que da un salto. En realidad las cosas verdaderamente difíciles son otras tan distintas, todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento. Mirar, por ejemplo, o comprender a un perro o a un gato. Esas son las dificultades, las grandes dificultades.



martes, 17 de abril de 2012

Mario Benedetti -“Primavera con una esquina rota”

“¿Te das cuenta de que te extraño? Pese a mi capacidad de adaptación, que no es poca, ésta es una de las faltas a las que ni mi ánimo ni mi cuerpo se han acostumbrado. Al menos, hasta hoy. ¿Llegaré a habituarme? No lo creo. ¿Vos te habituaste?”

Libélula, Juan Carlos Mestre

“Yo tenía una libélula en el corazón como otros tienen una patria.”

lunes, 16 de abril de 2012

Escribir, Chantal Maillard.


escribir 
como quien deja la luz encendida
y duerme de pie sobre sí mismo


Julio Cortázar: Rayuela



Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. "

domingo, 15 de abril de 2012

Madre e hijo, Piedad Bonnett

“A ratos a sí mismo se devora, se corta en pedacitos, se reparte,
se mira en el espejo, escupe, llora
sobre los baldosines de la infancia.”


Regreso, Piedad Bonnett

“¿Pero quién dice nada, quién echa al mar las redes,
quién desata los cabos que ha ido atando el tiempo?”

José Saramago: La Caverna

“Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder.”


miércoles, 11 de abril de 2012

La tregua - Mario Benedetti

“¿Usted ha pensado alguna vez en el suicidio? Yo si. Pero nunca podré. Y eso también es una carencia. Porque yo tengo todo el cuadro mental y moral del suicida, menos la fuerza que se precisa para meterse un tiro en la sien.”

Mario Benedetti

“En pocas palabras, para ti no es novedad que el mundo y yo te queramos de verdad, pero yo siempre un poquito más que el mundo.”

Mario Benedetti

La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca

“Porque de los infelices
aun el mérito es cuchillo,
que a quien le daña el saber
homicida es de sí mismo.”

— Fragmento de La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca

La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca

“Quejoso de la fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿Habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?,
piadoso me has respondido;
pues volviendo en mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías
las hubieras recogido.”

— Fragmento de La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca

sábado, 31 de marzo de 2012

No hay refugio, Emily Roberts

“La destrucción y el amor es lo mismo. Una playa en ruinas. Un poema favorito. Un anillo perdido. Un abrazo donde no nos delaten las farolas.”

No hay refugio, Emily Roberts

Yo ya sé, Luis E. Prieto V

“Tuviste la certeza de la sangre,
el hueco lacerado del dolor y de la duda,
el espejo roto de los besos acabados,
la risa congelada del hambre y la injusticia.”

Yo ya sé, Luis E. Prieto V.

Un poema nunca está acabado, Emily Roberts

“No me preguntes si he barrido nuestras cosas,
si entendí lo último que me dijiste
o te escuché
dibujando un mapa
con rotulador permanente
sobre la tierra extranjera
antes de que yo partiera.”

— Fragmento de Un poema nunca está acabado, Emily Roberts

viernes, 30 de marzo de 2012

Otra carta, Jaime Sabines

“Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.”

— Fragmento de Otra carta, Jaime Sabines

Otra carta, Jaime Sabines

“Quisiera hablar de ti a todas horas
en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.”

— Fragmento de Otra carta, Jaime Sabines

Otra carta, Jaime Sabines

“Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente.”

— Fragmento de Otra carta, Jaime Sabines

Otra carta, Jaime Sabines

“Te invito a comer uvas esta tarde
o a tomar café, si llueve,
y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche.”

— Fragmento de Otra carta, Jaime Sabines

Testamento del pez, Gastón Baquero

“Yo te amo, ciudad,
aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
aunque soy en tu olvido una isla invisible,
porque resuenas y tiemblas y me olvidas.”

— Fragmento de Testamento del pez, Gastón Baquero

Testamento del pez, Gastón Baquero

“Yo te amo, ciudad
porque la muerte nunca te abandona,
porque te sigue el perro de la muerte
y te dejas lamer desde los pies al rostro,
porque la muerte es quien te hace el sueño,
te inventa lo nocturno en sus entrañas.”

— Fragmento de Testamento del pez, Gastón Baquero

Testamento del pez, Gastón Baquero

“Ante tus ojos, ante tu olvido, ciudad, estoy muriendo,
me estoy volviendo un pez de forma indestructible,
me estoy quedando a solas con mi alma.”

— Fragmento de Testamento del pez, Gastón Baquero

Testamento del pez, Gastón Baquero

“Siento cómo la muerte me mira fijamente,
cómo ha iniciado un viaje extraño por mi alma,
cómo habita mi estancia más callada,
mientras descansas, ciudad, mientras olvidas.”

— Fragmento de Testamento del pez, Gastón Baquero

De no ser por el pavor que tengo, jamás tomaría precauciones, Carlos Monsiváis

“La violencia nos obliga a teatralizar y generalizar la experiencia desagradable o trágica, nos encierra doblemente en nuestras casas, se vuelve el estado de sitio de los ricos rodeados de guaruras (esos ángeles de la guarda de las previsiones sombrías), modifica la intuición hasta volverla depósito de miedos ancestrales, se aterra ante la propia sombra porque no se sabe si el inconsciente va armado.”

— Fragmento de De no ser por el pavor que tengo, jamás tomaría precauciones, Carlos Monsiváis

La virgen de los sicarios, Fernando Vallejo

“Virgencita niña de Sabaneta, que vuelva a ser el que fui de niño, uno solo. Ayúdame a juntar las tablas del naufragio.”

— Fragmento de La virgen de los sicarios, Fernando Vallejo

La virgen de los sicarios, Fernando Vallejo

“La fugacidad de la vida humana a mí no me inquieta; me inquieta la fugacidad de la muerte: esta prisa que tienen aquí para olvidar. El muerto más importante lo borra el siguiente partido de futbol.”

— Fragmento de La virgen de los sicarios, Fernando Vallejo

Paseo nocturno: Rubem Fonseca

poesianoerestu
“No veo nada. Tu rostro parece el retrato de alguien hacienda una pose, un retrato antiguo, de un desconocido, dijo Ángela. Ella también parecía el retrato antiguo de un desconocido.”

— Fragmento de Paseo nocturno
Rubem Fonseca

La culpa es de uno, Mario Benedetti

“La culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos ni del tiempo.”

— Fragmento de La culpa es de uno, Mario Benedetti

jueves, 29 de marzo de 2012

Éstas, William Carlos Williams

“Éstas
son las semanas desoladas, oscuras
en las que la naturaleza iguala
en su aridez la estupidez del hombre.”

— Fragmento de Éstas, William Carlos Williams

Éstas, William Carlos Williams

“Casas en cuyos cuartos
hace un frío que excede lo pensable,
las personas que amábamos, ausentes,
las camas despobladas, los sillones
húmedos, y las sillas sin usar.”

— Éstas, William Carlos Williams

Siempre, Maruja Vieira

Estoy sola,
con el corazón limpio como una fuente nueva.

Fragmento de Siempre, Maruja Vieira

miércoles, 28 de marzo de 2012

JULIO CORTÁZAR: Rayuela

Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.


JULIO CORTÁZAR: Rayuela

martes, 27 de marzo de 2012

Abel Robino: CANCIÓN DEL EXILIO

“Y salve también la que no nos olvidó
la que ya no huye a las fieras de la congoja
la que simula el tétano de la muerte para
que la asquerosa bestia de los recuerdos
no le descubra la herida en la que,
atada, viaja mi juventud.”

Canción del exilio, Abel Robino

PABLO NERUDA, POEMA 14

Poema 14


Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.



lunes, 26 de marzo de 2012

Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera


Las horas que le quedaban libres entre la administración de sus buques decrépitos, todavía a flote por pura distracción de la fatalidad [...]

Miguel de Unamuno, Don Catalino, hombre sabio


Fui a ver a don Catalino. Recordarán ustedes que don Catalino es todo un sabio; esto es, un tonto. Tan sabio, que no ha sabido nunca divertirse, y no más que por incapacidad de ello. Lo que no quiere decir que don Catalino no se ría; don Catalino se ríe y a mandíbula batiente, pero hay que ver de qué cosas se ríe don Catalino. ¡La risa de don Catalino es digna de un héroe de una novela de Julio Verne! Y no diría yo que don Catalino no le encuentre divertido hasta jocoso, amén de instructivo, ¡por supuesto!, al tal Julio Verne, delicia de cuando teníamos trece años. Don Catalino es, como ven ustedes, un niño grande, pero sabio; esto es, un tonto.Don Catalino cree, naturalmente, en la superioridad de la filosofía sobre la poesía, sin habérsele ocurrido la duda—don Catalino no duda sino profesionalmente, por método—de si la filosofía no será más que poesía echada a perder, y cree en la superioridad de la ciencia sobre e1 arte. De las artes prefiere la música, pero es porque dice que es una rama de la acústica, y que la armonía, el contrapunto y la orquestación tienen una base matemática. Inútil decir que don Catalino estima que el juego del ajedrez es el más noble de los juegos, porque desarrolla las funciones intelectuales. También le gusta el billar, por los problemas de mecánica que en él se ofrecen.Un amigo mío y suyo dice que don Catalino es anestético y anestésico. Pero anestésicos son casi todos los sabios. Al cuarto de hora de estar uno hablando con ellos, se queda como acorchado y en disposición de que le arranquen, sin dolor alguno, el corazón.

Caminos del espejo / VIII, Alejandra Pizarnik

“Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.”
— Caminos del espejo / VIII, Alejandra Pizarnik

Últimas imágenes de un jardín argentino, Abel Robino

“Si un último placer nos sería otorgado, que sea
el de un regreso a aquel error justo.”

Últimas imágenes de un jardín argentino, Abel Robino

Cuadro de situación, Laura Yasán

“y yo
quería apenas un beso desmedido
una canción de cuna
algún signo de amor
volví con nada
y me siento tan sola de este lado.”

Cuadro de situación, Laura Yasán

Momentos felices, Gabriel Celaya

“Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?”
Momentos felices, Gabriel Celaya

Tú que sólo eres tú, Gabriel Celaya

“Mi nunca suficientemente amada,cámbiame los ojos si así quieres.”
Tú que sólo eres tú, Gabriel Celaya

Paulina Vinderman: Cajitas chinas o su oscuridad

“Lo que yo quería era su oscuridad,
como si esa llave de artificio
me llevara a buen puerto.”
Cajitas chinas o su oscuridad, Paulina Vinderman

Canción del exilio, Abel Robino

“Y salve también la que no nos olvidó
la que ya no huye a las fieras de la congoja
la que simula el tétano de la muerte para
que la asquerosa bestia de los recuerdos
no le descubra la herida en la que,
atada, viaja mi juventud.”

Canción del exilio, Abel Robino

domingo, 25 de marzo de 2012

Caminos del espejo: Alejandra Pizarnik

“Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.”
— Caminos del espejo, XII, Alejandra Pizarnik

La Sentencia

“Hay que matar la memoria,hay que petrificar el alma,hay que aprender de nuevo a vivir.”
— La sentencia, Ana Ajmátova

Animales, Palabras

“Perdóname la tristezade amarte en las palabras,animales de la ausencia.”
Animales palabras / I, Javier Gil Martín

viernes, 16 de marzo de 2012

Paul Auster: Moon Palace

Así fue como finalmente me rescataron: porque los dos salieron a buscarme. En aquel momento yo lo ignoraba, claro está, pero, sabiendo lo que sé ahora, me es imposible recordar aquellos días sin sentir una oleada de nostalgia por mis amigos. En cierto sentido, eso altera la realidad de lo que experimenté. Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo. No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad.

miércoles, 14 de marzo de 2012

William Wordsworth, Agua, puro elemento, dondequiera abandonas...

Agua, puro elemento, dondequiera abandonas...

Agua, puro elemento, dondequiera abandonas
tu mansión subterránea, hierbas verdes y flores
de brillante color y plantas con sus bayas,
surgiendo hacia la vida, adornan tu cortejo;
y en el estío, cuando el sol arde, veloces
insectos resplandecen y, volando, te siguen.
Si falta tu bondad, resuella el bosque, y ciervo
y cierva y cazador con su venablo, juntos
languidecen y caen. No deja de sentirse
en el alma turbada tu benigna influencia;
y tal vez en la entraña marmórea de la tierra,
donde sufren tormento espíritus que lloran
gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan
su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos.
Versión de Màrie Montand

Espronceda, Canto a Teresa


¿Por qué volvéis a la memoria mía,
tristes recuerdos del placer perdido,
a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?
¡Ay!, que de aquellas horas de alegría
le quedó al corazón sólo un gemido,
y el llanto que al dolor los ojos niegan
lágrimas son de hiel que el alma anegan.
¿Dónde volaron, ¡ay!, aquellas horas
de juventud, de amor y de Ventura,
regaladas de músicas sonoras,
adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras,
sus alas de carmín y nieve pura,
al son de mi esperanza desplegando,
pasaban, ¡ay!, a mí alrededor cantando.

martes, 13 de marzo de 2012

Paul Auster: El Palacio de la Luna

Para mí, los libros no eran tanto el soporte de las palabras como las palabras mismas y el valor de un libro estaba determinado por su calidad espiritual más que por su estado físico. Un Homero con las esquinas levantadas era más valioso que un Virgilio impecable, por ejemplo; tres volúmenes de Descartes, menos que uno de Pascal. Esas eran diferencias esenciales para mí, pero para Chandler no existían. Para él, un libro no era más que un objeto, una cosa que pertenecía al mundo de las cosas y, como tal, no era radicalmente distinto de una caja de zapatos, una escobilla del retrete o una cafetera. Cada vez que le traía otra parte de la biblioteca del tío Víctor, el viejo empezaba con su rutina. Tocaba los libros con desprecio, examinaba los lomos, buscaba marcas y manchas, dando siempre la impresión de alguien que está manejando un montón de basura.

lunes, 12 de marzo de 2012

Oscar Wilde, EL PRÍNCIPE FELIZ

Dominando la ciudad, sobre una alta columna, descansaba la estatua del Príncipe Feliz. Cubierta por una capa de oro magnífico, tenía por ojos dos zafiros claros y brillantes, y un gran rubí centelleaba en el puño de su espada.
Era admirado por todos: "Es tan hermoso como el gallo de una veleta"-  afirmaba uno de los dos concejales de la ciudad que deseaba ganar fama como conocedor de las bellas artes- "nada más que no resulta
tan útil"- añadía, temiendo que las gentes pudieran juzgarle impráctico; cosa que en realidad no era.
-"¿Por qué no puedes ser como el Príncipe Feliz?" -decía una madre razonable a su pequeño que lloraba por alcanzar la luna- "Al Príncipe Feliz nunca se le ocurre llorar por nada".
-"Me alegra que haya alguien en el mundo que sea tan feliz"-mascullaba un pobre hombre frustrado, contemplando la estatua maravillosa.
-"Es igual que un Ángel" -comentaban los niños del coro de la catedral cuando salían de ella con sus esclavinas rojas y sus roquetes blancos y almidonados.
-"¿Cómo lo sabéis?" -replicaba el maestro de matemáticas-, "¿si nunca habéis visto uno?"
-"¡Ah, porque los hemos visto en sueños!" -contestaban los muchachos; y el maestro de matemáticas fruncía el ceño y tomaba una actitud muy seria porque no le gustaba que los niños soñasen.
Una noche voló sobre la ciudad una golondrina. Sus compañeras ya habían partido hacia Egipto seis semanas antes, pero ella se retrasó porque estaba enamorada de un bellísimo junco. Lo había conocido al
principio de la primavera cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y se sintió atraída de tal manera por su tallo esbelto, que se detuvo para hablarle.
-¿Aceptas mi amor? -le preguntó la golondrina que nunca se andaba con rodeos; y el junco hizo una ceremoniosa inclinación. Entonces la golondrina voló haciendo grandes círculos a su alrededor, rozaba la
superficie de las aguas con las puntas de sus alas, dejando brillantes estelas de plata. Ésa era su manera de cortejar; y así transcurrió todo el verano.
-"Son unas relaciones tontas" -gorjeaban las otras golondrinas-. "El es pobre y tiene demasiados parientes". -Y verdaderamente, el río estaba lleno de juncos. Entonces, al llegar el otoño, todas las golondrinas alzaron el vuelo.
Cuando ya se habían alejado, la golondrina se sintió sola, y comenzó a cansarse de su amante. "No tiene conversación" -se decía-. "Además creo que es casquivano, porque constantemente coquetea con brisa".- Y era verdad, en cuanto la brisa comenzaba, el junco hacía las reverencias más graciosas."Además tengo que reconocer que es demasiado casero" -continuaba- "y a mí me gusta viajar, y a mi compañero, por tanto, deberá gustarle viajar conmigo."
-"Te vendrías conmigo" -le preguntó al fin, pero el junco. sacudió la cabeza,... ¡se sentía tan ligado a su hogar!
"¡Te has estado burlando de mí!" –gritó la golondrina-. "Me marcho a las Pirámides, ¡adiós!" -y echó a volar.
Voló durante todo el día, y ya de noche llegó a la ciudad. -"Dónde me alojaré" -se preguntó-. "Espero que la ciudad haya preparado algún lugar para mí."
Entonces divisó la gran columna, -"Me cobijaré allá" -gorjeó-. "Es un magnífico lugar con bastante aire fresco." -Y así, se detuvo justamente entre los dos pies del Príncipe Feliz.
-"Tengo una habitación dorada" -se dijo quedamente después de mirar en torno suyo y preparándose a dormir; pero en el momento en que iba a poner la cabeza bajo el ala, una gran gota de agua le cayó encima-.
"¡Qué raro!"-exclamó- "no hay una sola nube en el cielo, las estrellas se ven claras y brillantes, y sin embargo está lloviendo. El clima en el norte de Europa es verdaderamente terrible. Al junco le gustaba la
lluvia, pero eso no era más que puro egoísmo."
Entonces le cayó otra gota. -"De qué me sirve una estatua, si no me protege de la lluvia" -dijo la golondrina-. "Voy a buscar el copete de una chimenea", y ya iba a emprender el vuelo pero antes de que hubiese desplegado las alas, le cayó encima una tercera gota.
Entonces miró hacia arriba y vio... ¡Ah!, ¿qué es lo que vio?
Los ojos del príncipe estaban bañados en lágrimas, y las lágrimas corrían por sus mejillas doradas. Su cara era tan hermosa bajo la luz de la luna que la pequeña golondrina se sintió llena de lástima. -'¿Quién eres?" -le preguntó. -"Soy el Príncipe Feliz".
-"Entonces; ¿por qué lloras?" -dijo la golondrina-, "me has empapado."
-"Cuando estaba vivo, y tenía un corazón humano" -contestó la estatua-, "no sabía lo que eran las lágrimas, porque vivía en el Palacio de Sans-Souci, donde a la tristeza no se le permite entrar. Durante el
día jugaba con mis amigos en el jardín, y en la noche yo dirigía las danzas en el Gran Salón.
"Alrededor del jardín se alzaba una tapia altísima, pero nunca me preocupé por preguntar lo que se encontraba tras ella; todo lo que me rodeaba era tan bello. Mis cortesanos me llamaban El Príncipe Feliz, y en realidad lo era, si es que el placer es la felicidad. Así viví, y así morí. Y ahora que estoy muerto me han colocado a tal altura, que puedo ver toda la fealdad y toda la miseria de mi ciudad, y aunque mi corazón ahora es de plomo, no me queda más remedio que llorar."
-"Pues qué, ¿no está hecho de oro macizo?" -se dijo para sí la golondrina, pues era muy cortés para hacer observaciones en voz alta.
-"Allá lejos" --continuó la estatua en voz baja y melódica-, "allá lejos, en una callejuela, hay una casa muy pobre. Una de las ventanas permanece abierta, y por ella puedo ver una mujer sentada ante una mesa. Su cara se ve demacrada y triste, tiene manos toscas y enrojecidas, y las yemas de sus dedos picadas por la aguja, porque es costurera. Está bordando pasionarias en un vestido de seda que deberá lucir la más encantadora de las damas de honor de la reina, en el próximo gran baile de la Corte. Sobre una cama, en un rincón del mismo cuarto, yace su pequeño hijo enfermo, con fiebre, y pide naranjas. Su madre no tiene nada para darle, más que el agua del río; y por eso el pequeño llora. Golondrina, golondrina, golondrinita,
¿no quisieras llevarle el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos a este pedestal, y no puedo moverme.
-"Me están esperando en Egipto" -contestó la golondrina-. Mis compañeras ya vuelan de aquí para allá sobre el Nilo, y hablan con los grandes lotos. Pronto se recogerán a dormir en la tumba del Gran Rey.
El Rey está allí mismo dentro de su sarcófago pintado. Envuelto en bandas de lino amarillo y embalsamado con especies. Tiene puesto un collar de jades verde pálido, alrededor del cuello, y sus manos son como hojas marchitas."
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -dijo el príncipe- "¿No podrías quedarte conmigo una noche más, y ser mi mensajera?-¡El niño tiene tanta sed, y su madre está tan triste!"
-"No creo que me gusten los niños" -contestó la golondrina-. "El año pasado cuando estaba en el río, andaban por allí dos muchachos groseros, hijos del molinero, y que siempre me tiraban piedras. Nunca
llegaron a alcanzarme, por supuesto; nosotras las golondrinas volamos demasiado bien, y además yo procedo de una familia famosa por su agilidad; pero aun así, eso no dejaba de demostrar una gran falta de
respeto".
Pero El Príncipe Feliz se veía tan triste, que la pequeña golondrina se sintió compadecida.
-"Aquí hace mucho frío" -dijo al fin- "pero me quedaré contigo por una noche y seré tu mensajera."
-"Gracias golondrinita" -contestó el Príncipe.
Entonces la golondrina arrancó el gran rubí del puño de la espada del Príncipe, y llevándolo en el pico, voló sobre los techos de la ciudad.
Pasó sobre la torre de la catedral, donde estaban esculpidos unos ángeles en mármol blanco. Cruzó cerca del palacio y oyó la música del baile. Una preciosa joven se asomó al balcón junto a su novio.
-"¡Qué maravillosas son las estrellas!" -dijo él a la muchacha- ¡y también qué asombroso el poder del amor!"
-"Espero que mi vestido esté terminado a tiempo para el baile oficial" -respondió ella-. "He mandado bordar en él, pasionarias; pero las costureras son tan perezosas..."
La golondrina pasó por encima del río, y vio la luz de los fanales colgados en los mástiles de los barcos. Voló sobre el Ghetto, y vio a los viejos judíos, negociando entre sí, y pesando el dinero en balanzas de cobre. Por fin llegó a la pobre vivienda, y miró dentro. El niño se agitaba febrilmente en su camastro, y la madre se había dormido... ¡estaba tan cansada! ... Se deslizó rauda en la habitación, y depositó el gran rubí sobre la mesa, junto al dedal de la costurera. Entonces, graciosamente, revoloteó alrededor de la cama, abanicando con sus alas la frente del niño.
-"¡Qué fresco siento!" -exclamó el niño- "debo estar mejorando", y se sumergió en un sueño delicioso.
Entonces la golondrina regresó volando hacia el Príncipe Feliz, y le narró lo que había hecho. "Es curioso, comentó, pero ahora me siento con bastante calor, a pesar de estar haciendo tanto frío."
-"Es porque has realizado una buena acción" -dijo el Príncipe. La golondrinita comenzó a reflexionar, y se quedó dormida. El pensar siempre le daba sueño. Cuando empezaba a amanecer bajó volando al río y se bañó. -'¡Qué fenómeno más notable!" -dijo el profesor de ornitología, al pasar por el puente- "¡Una golondrina en invierno!"
Y escribió sobre este asunto una larga carta al periódico local. Todos la citaban y hablaron de ella, ¡estaba llena de tantas palabras que no alcanzaban a entender! ...
-"Esta noche parto para Egipto" -dijo la golondrina, sintiéndose entusiasmada con esta perspectiva.
Visitó todos los monumentos públicos, y estuvo descansando largo rato en la cúspide del campanario. Donde quiera que fuese, los gorriones gorjeaban y se decían unos a otros:
-"Que forastera tan distinguida".
Y se sentía muy contenta y halagada al oírlo.
Cuando salió la luna, voló de regreso al Príncipe Feliz.
-"¿No tienes ningún encargo para Egipto?" -le gritó-. "Ya me voy"
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -contestó el Príncipe-. "¿No podrías quedarte conmigo una noche más?"
-"Me esperan en Egipto" -fue la respuesta-. "Mañana mis compañeras volarán a la segunda catarata. Allí el hipopótamo descansa -sobre los juncos y el dios Memnón reposa sobre su gran trono de granito, vigilando las estrellas durante toda la noche, y cuando surge brillante la estrella matutina, lanza un gran grito de alegría, y vuelve a quedar silencioso. A medio día los leones amarillos se acercan a las orillas para beber. Tienen ojos como aguamarinas verdes, y su rugido domina al de las cataratas."
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -dijo el Príncipe-. "Lejos, más allá de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre su mesa llena de papeles, y enfrente tiene un vaso con un ramito de violetas marchitas. Su cabello es castaño y rizado, sus labios rojos como granos de granada; y los ojos son hermosos y soñadores. Está tratando de concluir una obra para el director del teatro; pero tiene un frío tan terrible que ya no puede escribir más. No hay fuego en la habitación, y el hambre ha hecho que se desmaye."
-"Esperaré una noche más y me quedaré contigo" -contestó la golondrina, que en verdad tenía muy buen corazón-. "¿Le llevaré otro rubí?"
-"¡Ay, ya no tengo rubí!" -dijo el Príncipe-. "Mis ojos son todo lo que me queda. Están hechos con zafiros rarísimos, que fueron traídos de la India, hace mil años. Sácame uno, y llévaselo a él. Lo venderá a un joyero, y comprará leña, y podrá terminar su obra.
-"Querido Príncipe" -replicó la golondrina- "no puedo hacer eso" -y comenzó a llorar.
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -insistió el Príncipe-. "Haz lo que te ordeno".
Así pues, la golondrina le sacó un ojo al Príncipe, y voló llevándolo hasta la buhardilla del estudiante. Fue fácil entrar, pues había un agujero en el techo. Penetró por él como una flecha, a la habitación.
El joven tenía la cabeza hundida entre las manos. No pudo percatarse del aleteo del pájaro, y cuando levantó la cabeza, descubrió el hermoso zafiro descansando sobre las violetas marchitas.
-"Empiezo a ser apreciado" -exclamó-. "Esto debe venir de algún gran admirador. Ahora puedo terminar mi obra"-. Estaba verdaderamente dichoso.
Al día siguiente la golondrina voló hacia el puerto. Se detuvo en el mástil de un gran barco, mirando a los marineros que sacaban grandes cajas de la cala, tirando de gruesas cuerdas.
-"¡Arriba, iza!" -gritaban según salía cada caja.
-"¡Yo voy para Egipto!" -gritó la golondrina; pero nadie le hizo caso; y cuando se levantó la luna, regresó de nuevo al Príncipe Feliz, volando.
-"He vuelto para despedirme de ti, para decirte adiós.
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -contestó el Príncipe-. "¿No te quedarías una noche más conmigo?"
-"Ya es invierno" -dijo la golondrina- "y la helada nieve pronto llegará. En Egipto el sol es caliente sobre las palmeras verdes, y los cocodrilos descansan en el lodazal y miran perezosos a su alrededor. Mis compañeras están construyendo sus nidos en el templo de Baalbec, y las palomas blancas y rosadas las vigilan, arrullándose entre sí. Querido Príncipe, tengo que abandonarte, pero nunca te podré olvidar, y en la próxima primavera, te traeré dos magníficas piedras preciosas, en lugar de las que has regalado. El rubí será más rojo que una rosa, y el zafiro será tan azul como el ancho mar".
-"Allá abajo, en la plaza" -siguió diciendo el Príncipe Feliz- "está en pie una niña vendedora de cerillos. Se le han caído todos los cerillos al arroyo, y ya no sirven. Su padre la maltratará, le pegará, si no trae algo de dinero a la casa, y por eso llora. No tiene ni zapatos ni medias, y su cabeza está descubierta. Sácame el otro ojo, dáselo, y su padre no le pegará".
-"Me quedaré una noche más contigo" -respondió la golondrina-, "pero no puedo sacarte el otro ojo. Te quedarás completamente ciego".
-"Golondrina, golondrina, golondrinita" -dijo el Príncipe-. "Haz lo que te mando."
Así las cosas, le sacó el otro ojo, y lo llevó consigo, descendiendo y pasando junto a la pequeña vendedora de cerillos, le deslizó la gema en la palma de la mano.
- "Qué precioso vidrio" -gritó la niña-. Y corrió riendo hacia su casa.
Entonces la golondrina volvió al Príncipe.
-"Ahora estás ciego" -dijo-. "Así es que me quedaré para siempre contigo."
-"No, golondrinita" -replicó el pobre Príncipe-. "Debes irte a Egipto."
-"Me quedaré para siempre a tu lado" -dijo la golondrina. Y se durmió a los pies del Príncipe.
Todo el día siguiente lo pasó sobre el hombro del Príncipe, y le contó muchas cosas de todo lo que había visto en países extraños. Le habló de los ibis rojos, que permanecen inmóviles en largas hileras a orillas del Nilo, y pescan peces dorados, con sus largos picos. De la Esfinge, que es tan antigua como el mundo, que vive en el desierto, y todo lo sabe. De los mercaderes, que caminan despacio al lado de sus camellos, y van pasando las cuentas de ámbar de los rosarios entre sus dedos. Le hizo relatos del rey de las montañas de la luna, que es tan negro como el ébano y que adora un gran bloque de cristal. También le describió la enorme serpiente verde que duerme enroscada en una palmera, y tiene veinte sacerdotes que la alimentan con
pastelillos de miel. Y también le dijo de los pigmeos que navegan por un gran lago, sobre anchísimas hojas planas, y que siempre está en guerra con las mariposas.
-"Querida golondrinita" -dijo el Príncipe- "me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso que todo eso, es el sufrimiento de hombres y mujeres. No existe misterio más grande que el de la miseria. Vuela sobre mi ciudad, golondrinita, y dime lo que ves en ella".
Entonces la golondrina voló sobre la gran ciudad; y pudo ver a los ricos holgar dichosos en sus hermosas mansiones, mientras los mendigos se sentaban a sus puertas. Voló a través de barriadas sombrías, y contempló las caras lívidas de niños hambrientos mirando inmóviles hacia las calles en tinieblas. Bajo uno de los arcos de un puente, dos pequeños dormían abrazados tratando de calentarse uno al otro.
-"Tenemos mucha hambre" -decían.
-"¡Aquí no se puede estar tumbado!" -gritó el vigilante.
Y se alejaron bajo la lluvia. Entonces regresó al Príncipe volando, y le dijo todo lo que había visto.
-"Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe- me lo debes quitar, hoja por hoja, y darlo a mis pobres; los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.
Hoja tras hoja de oro fino arrancó la golondrina, hasta que el Príncipe Feliz se quedó gris y deslucido. Hoja tras hoja de oro fino llevó la golondrina a los pobres, y las caras de los niños se fueron tornando rosadas, y reían y jugaban en las calles, y exclamaban alegremente: "¡Ahora tenemos pan!"
Y entonces llegó la nieve, y después de la nieve vino la helada. Las calles parecían cubiertas de plata, ¡eran tan brillantes y pulidas!...; grandes témpanos como dagas de cristal colgaban de los aleros de las
casas, toda la gente iba envuelta en pieles, y los niños llevaban gorros rojos y patinaban sobre el hielo.
La pobre golondrinita tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al Príncipe; ¡era muy grande su amor por él! Picoteaba las migajas en la puerta de la panadería, cuando su dueño no se daba
cuenta y trataba de calentarse, batiendo sus alas.
Pero al fin comprendió que iba a morir. Tuvo suficientes fuerzas para volar de nuevo hasta el hombro del Príncipe.
-"Adiós, querido Príncipe" -murmuró-. "¿Me permites besar tu mano?"
-"Me alegra que puedas por fin regresar a Egipto, golondrinita" -contestó el Príncipe-. "Ya has estado demasiado tiempo aquí; pero tienes que besarme en los labios, porque te amo."
-"No es a Egipto a donde voy" -dijo la golondrina-. "Voy a la Casa de la Muerte. La Muerte es la hermana del sueño, ¿no es verdad?"
Y besó al Príncipe Feliz en los labios. Y cayó muerta a sus pies. En ese momento un sonido extraño se oyó en el interior de la estatua, como si algo se hubiese quebrado. El hecho es que el corazón de plomo se había partido en dos. Estaba cayendo una terrible helada.
A la mañana siguiente, el Alcalde paseaba abajo, en la plaza, acompañado por los regidores de la ciudad. Al pasar junto a la columna, miraron hacia la estatua:
-"¡Válgame Dios!" -exclamó-. "¡Qué desaliñado se ve el Príncipe Feliz!"
-"¡De veras, qué andrajoso!" -añadieron los regidores de la ciudad, que siempre estaban de acuerdo con el Alcalde; y se acercaron y subieron a examinarla.
-"El rubí se ha caído del puño de su espada, los ojos han desaparecido, y ya no tiene nada de oro encima" -dijo el Alcalde-. "En verdad casi no se diferencia de un mendigo."
-"No se diferencia de un mendigo" -repitieron los regidores de la ciudad.
-"¡Y aquí se encuentra un pajarillo muerto a sus pies!" -continuó el Alcalde.
-"Debemos promulgar un bando, prohibiendo que los pájaros mueran aquí."
Y el Alguacil de la ciudad tomó nota de esta iniciativa.
Así fue como bajaron la estatua del Príncipe Feliz. "Ya que habiendo dejado de ser hermoso, ya tampoco era útil"; dijo el Profesor de Arte de la Universidad.
Entonces fundieron la estatua en un gran horno, y el Alcalde convocó a una reunión para decidir lo que debería hacerse con el metal.
-"Tendremos que levantar otra estatua, por supuesto" -y añadió-. "Y, por ejemplo, podría ser una estatua mía."
-"O la mía" -repitieron cada uno de los regidores.
Y comenzaron a discutir. La última vez que supe algo de ellos, fue que todavía estaban discutiendo.
-"¡Qué cosa más rara!" -dijo el maestro de fundidores-. "Este roto corazón de plomo, no se puede fundir en el horno. Lo tenemos que tirar."
Y lo tiraron sobre un montón de cenizas donde también se encontraba la golondrina muerta.
-"Tráeme las dos cosas más preciosas de toda la ciudad" -dijo Dios a uno de sus ángeles; y el ángel le trajo el corazón de plomo y el pajarillo muerto.
-"Escogiste bien" -dijo Dios-. "Por que en mi Jardín del Paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de oro, el Príncipe Feliz me alabará."