"...en mi vida había visto yo perro tan repelente. Cuando los dos iban por la calle - el amo delante y el chucho detrás-, rozábale este a aquel con el hocico los faldones del paletó, como pegado a ellos. Y su modo de andar y toda su facha parecían decir a cada paso: "¡Qué viejos somos, señor, qué viejos somos!"
Imagina una palabra, e imagina un millón. Flotan, y vuelan... Imagina una sensación, mientras sueñas, mientras lees. "Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba,`por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido..."
martes, 18 de octubre de 2011
Fiodor Dostoyevsky, "Humillados y ofendidos"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario